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24 Poco tiempo después, Simón Macabeo envió a Numenio a Roma, con un gran escudo, para renovar la alianza de amistad con los romanos. El escudo era de oro, y pesaba cuatrocientos treinta y seis kilos.

El pueblo de Israel agradece a Simón Macabeo

25 Cuando los israelitas se enteraron de todo lo que pasaba, dijeron:

«¿Cómo podemos demostrar nuestra gratitud a Simón y a sus hijos? 26 Gracias a él, a sus hermanos y a toda su familia, hoy somos libres. Ellos han luchado con valentía y han expulsado a nuestros enemigos».

Entonces, decidieron colocar en la ciudad de Jerusalén, sobre unas columnas, una placa de bronce con el siguiente agradecimiento:

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